domingo, 18 de noviembre de 2012

¡ A reflexionar !



Un cuento de sabor oriental para empezar a centrar nuestra reflexión:

Cierto príncipe tenía tres amigos sabios: uno era artista escultor; otro era científico-biólogo, y el tercero era maestro. Un día tuvo curiosidad por conocer y comparar su manera de mirar las cosas, y los puso a prueba de esta forma: Por separado, fue citándolos uno a uno en su jardín, junto a un pequeño estanque que había en el centro. A cada uno le hizo la misma pregunta, señalando el estanque: "Dime, ¿qué te llama más la atención?"
El escultor antes de responder dio una vuelta en torno al estanque, admirando el pretil de mármol bellamente esculpi­do. Y contestó: "Me gusta el estan­que porque el pretil está muy bien tallado".
 
 
El científico observó el pretil, pero su mirada se concen­tró enseguida en el interior del estanque: contempló largo rato el agua, las flores de loto que se abrían sobre ella, los pececillos de colores que nada­ban entre las algas, los insectos que se movían sobre la superficie y en la profundidad... Y así fue su respuesta: "Lo mejor del estanque es la vida que bulle en sus aguas".

Cuando tocó el turno al maestro, comenzó como los dos anteriores: también observó el pretil y, sobre todo, las aguas; y respondió luego: "El pretil es bello; el interior del estanque, la vida que hay en él es sin duda lo mejor. Pero lo que más me impresiona es la luz". "¿La luz?", preguntó extrañado el prínci­pe. "Sí -respondió el maestro-. Observa esos juegos de luces y sombras que resaltan los relieves del pretil: la luz hace que tu estanque sea diferente a la mañana, al mediodía y al atardecer. Fíjate en esos rayos de sol que se filtran hasta el fondo del estan­que: todo se hace claro a su contacto. Y lo que es más importante: la vida crece y se transforma dentro del estanque gracias a la luz que llega a él. Mañana será distinto de lo que es hoy; es imprevisible lo que cada día encontrarás en él; porque la luz añade a la vida el misterio".
 
 
El cuento que encabeza esta reflexión nos da ya a entender que lo que percibimos, e incluso lo que esperamos del alumno, está en franca relación con nuestra "mirada".


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Fuente: Documento: Espiritualidad para la misión. La mirada de un corazón iluminado.

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